martes, 30 de septiembre de 2014

Todo proceso de reparación orgánica puede producir cáncer si no hay suficiente oxigenación celular

Tercera Parte

Ocho décadas atrás Otto Warburg determinó experimentalmente que si a un tejido vivo se le ocasiona hipoxia, concretamente, una reducción de la presión parcial de oxígeno superior al 35%, sus células se vuelven cancerosas6 o mueren.(37) Explorando diferentes grados y periodos de exposición a la hipoxia (obtenida por el uso de nitrógeno puro) Warburg determiné tres efectos concretos. Los periodos de falta de oxigeno que probaron ser definitivamente dañinos—pero de los cuales los cultivos celulares podían recuperarse tras el restablecimiento de las condiciones aeróbicas [apropiada oxigenación] fueron:

a) 15 minutos de hipoxia dos veces por día durante tres días seguidos. Recuperación completa. Luego...
b) 30 minutes tres veces por día durante siete días seguidos. Recuperación lenta e incierta (algunos cultivos no se recuperaron.)
c) Hipoxias más prolongadas, o iguales pero más frecuentes. Recuperación imposible. Células irreversiblemente cancerosas.

Una vez que las células sufren un demasiado grande durante el período de estrés biológico y —en caso de no morir— adoptan el fenotipo glucolítico característico del cáncer, ninguna concentración de oxígeno permite rescatarlas o retrotraerlas a la condición aeróbica con pleno funcionamiento de las mitocondrias y la respiración celular.

Estos experimentos parecieron probar, entre otras cosas, que una vez que las células de un tejido adoptan la ruta anaeróbica, dicho cambio es irreversible y tales células se ven obligadas a permanecer en la modalidad cancerosa, aunque quizá esto no sea del todo cierto. De hecho, recientemente se ha encontrado que ciertas substancias (como el dicloroacetato) son capaces de inducir una recuperación de la función mitocondrial y la cadena respiratoria.(38-40) Hacia mediados del pasado siglo, varios científicos norteamericanos replicaron algunos experimentos, confirmando los hallazgos del laboratorio de Warburg, y publicaron sus resultados en la revista técnica Cancer Research. Su intención era probar – y así lo hicieron— que la hipoxia siempre está presente cuando se desarrolla el cáncer.

De la respiración a la anaerobiosis: un extraño (e ingenioso) experimento

Resueltos a corroborar por sí mismos y de modo independiente los descubrimientos de Warburg y sus discípulos (entre los cuales se encontraban tres futuros ganadores del premio Nobel: Hans Krebs, Otto Meyerhoff y Alex Theorell7) dos investigadores llamados Richard Malmgren y Clyde Flanigan resolvieron inyectar esporas de tétanos en un grupo de ratones sanos. Las esporas tetánicas sólo pueden germinar a muy bajas concentraciones de oxígeno, es decir, son anaeróbicas, y los ratones sanos, cuya sangre está abundantemente oxigenada no desarrollaron tétanos puesto que las esporas no pudieron encontrar ningún rincón de sus organismos en que la presión parcial de oxígeno fuera suficientemente baja. Por e1 contrario, esta es la clave del experimento- al inyectar las esporas del tétanos a ratones portadores de tumores, los desdichados animalitos se enfermaron de tétanos porque la presión de oxígeno en el interior de las masas tumorales es tan baja que dichas esporas encontraron allí un sitio apropiado para germinar. Como hallazgo colateral, ninguna ratoncita en estado de gestación desarrolló tampoco la enfermedad, estableciendo con ello e1 hecho de que los embriones de los mamíferos también estén abundantemente oxigenados: el metabolismo embrionario es aeróbico. Gracias a experimentos como este, que el tenaz Otto solía repetir numerosas veces antes de publicar, para asegurarse de que los resultados eran objetivos y reproducibles, quedó demostrada la anaerobiosis de las células cancerosas. En las décadas subsiguientes, se haría evidente para la comunidad científica que este peculiar estado de los tumores, la hipoxia, es responsable de la multiresistencia o inmunidad de muchas clases de cáncer a los diversos esquemas convencionales de tratamiento con quimioterapia y radioterapia.



El silencio de las mitocondrias

No solo las células cancerosas asumen la vía glucolítica o fermentativa como ruta para obtener su energía sino que, a la vez, deprimen o apagan el proceso de respiración que ocurre en las mitocondrias, lo cual tiene importantes consecuencias biológicas.(41) El proceso de respiración celular que realizan las células (para lo cual inhalamos oxígeno ambiental) brinda las preciadas moléculas energéticas de ATP, o Adenosin Trifosfato -con 3 enlaces fosfóricos que al romperse liberan energía. Pero algo más sucede durante la fosforilación oxidativa: se producen ciertas especies reactivas del oxígeno, llamadas radicales libres (moléculas altamente inestables y promiscuas con una irresistible tendencia a ligarse con todo compuesto que tocan), alterándolo).(35) Ala vez, y quizás de modo más importante aún, los radicales libres están involucrados junto a las mitocondrias en la normal apoptosis o muerte celular programada. Apagar la respiración y la función mitocondrial (a favor de la glucólisis o fermentación anaeróbica) permite entonces a la célula maligna bajar su nivel de oxidación interna y evadir la muerte por apoptosis. Como hemos explicado detalladamente en un texto anterior, si bien el uso farmacológico de antioxidantes es sumamente útil como método de prevención de muchas patologías degenerativas, incluido el cáncer, al tratar una patología tumoral lo que se intenta es precisamente lo contrario: aumentar agudamente la oxidación intracelular en las células malignas para promover su apoptosis.(42-43) Las mitocondrias de las células cancerosas muestran además una intrigante diferencia. En estado normal, como se ha venido explicando, las mitocondrias generan ATP a partir de la glucosa a través del proceso de fosforilación oxidativa (OXPHOS) que, como vimos, es oxígeno-dependiente.(6) Este proceso implica la expulsión de protones, lo cual deprime el potencial eléctrico de sus membranas. Sin embargo, las mitocondrias de las células cancerosas exhiben un alto potencial eléctrico en dichas membranas. Sospechamos que la causa de esto es justamente el cambio a un medio alternativo de producción de energía y que ambos mecanismos tienen de hecho una conexión reciproca8 que funciona a mode de interruptor: al encenderse uno (la glucólisis) se apaga el otro (la OXPHOS).


Fig.4 La imagen superior es una micrografía por transmisión electrónica (TEM), mostrando mitocondrias (azules) y adipocitos (rosados). Las mitocondrias son una clase de organelas (orgánulos) ampliamente distribuidas en el citoplasma de cada célula eucariótica. Su misión primordial es oxidar azúcares y grasas para generar energía en una sucesión de reacciones que involucran al oxígeno: la respiración celular (proceso denominado fosforilación oxidativa u OXPHOS). Las mitocondrias tienen dos membranas, una exterior lisa y una interior plegada. Es en los pliegues de la membrana interior (llamados crestas) que tienen lugar las reacciones químicas de producción energética (ATP). Aumento: 30'000 X.

Hay otras razones -asociadas también a la hipoxia- por las cuales una célula se ve obligada a cambiar su metabolismo hacia la glucólisis. La proliferación celular (que necesariamente ocurre en toda reparación) es sumamente costosa desde el punto de vista energético: las células se reproducen rápidamente y requieren abundante y constante ATP. Si bien la glucólisis necesariamente consume más glucosa, al mismo tiempo es mucho más rápida que la ruta oxidativa. La glucólisis es además menos peligrosa para la célula, ya que la fosforilación oxidativa es una notoria fuente de radicales libres del oxígeno (que generan estrés oxidativo), por lo que alcanzarían niveles decididamente tóxicos en células con tan intenso gasto energético como las neoplásicas (esto claro, si en lugar de la fermentación se utilizara la respiración). La glucólisis no tiene este efecto colateral. Como veré el lector, una vez que comenzamos a mirar en la dirección correcta, todas las piezas del rompecabezas comienzan a encajar perfectamente.


6 Un formidable experimento llevado a cabo independientemente en 1953 (Goldblatt, Cameron y col.) fue el primero en reproducir los hallazgos de Warburg acerca de la hipoxia como factor causativo del cáncer. Un cultivo de ciertas células cardiacas, llamadas fibroblastos, fue expuesto a largos periodos intermitentes de bajo oxigeno, pudiendo obtener finalmente células cancerosas transplantables. En las células de iguales características (controles) cultivadas separadamente sin ciencia de oxígeno no se produjo transformación neoplásica alguna. Vea REFERENCIAS (Pág. 38).
7 En su conjunto, los aportes de Warburg y sus discípulos crearon la bioquímica moderna.
8 Valeria Fantin y col. (Harvard Medical School) deprimieron experimentalmente la glucólisis en animales portadores de tumores —bloqueando por medio de manipulaciones genéticas la enzima LDHA- pudiendo no solo reducir el potencial de sus membranas mitocondriales sino además prolongar dramáticamente la sobrevida de estos. Interesantemente, el consumo de oxígeno se incrementó en las células bloqueadas enzimáticamente, sugiriendo que estaban retornando a la ruta metabólica de la respiración.[44]


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